La oración no mecánica
Parte 9

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Introducción
Una vez hablaba con mi esposa y le contaba la historia de una pareja que residía en uno de los Edificios que mi empresa administra. Le conté que nos llamó el papá del varón de ese hogar a pedirnos el estado de cuenta del apartamento, porque él quería pagar la deuda de Administración y adelantar el pago de unos meses más. Como él no aparece como propietario, por protección de datos personales la llamada llegó a mí, y el Señor tuvo que convencerme con motivos, para que yo accediera a darle la información: Me contó que es el papá del hombre que aparece como propietario del inmueble, que él y sus consuegros le compraron ese apartamento a sus hijos cuando se casaron, pero que él sabe que a su hijo y su esposa no le alcanza para mantener el apartamento y por eso quiere pagarles las cuotas de Administración que debe y adelantarle unos meses.
Con mi esposa concluimos, que era un mal lo que esos papás les hacían a esos muchachos al no dejarlos hacerse responsables de sus gastos y nos comparábamos con ellos y nos ufanábamos de nuestra independencia y capacidad. Luego me fui pensando y me pregunté, ¿esa independencia es por capacidad nuestra o por limitación de nuestros padres?; porque los padres de mi esposa y los míos no tienen capacidad de darnos, pero si los tuvieran ¿serían igual que ese papá que me llamó?, no lo sé, pero de una cosa si estoy seguro, si mis papás tuviesen recursos de sobra para darnos, yo les llegaría con mis cuentas pendientes y mi lista de necesidades.
Los que creemos en Cristo Jesús, hijo de Dios, como nuestro Señor y salvador, hemos sido reconciliados con Dios y adoptados como sus hijos. Tenemos un padre: Omnisciente, Omnipresente, Todo Poderoso, Santo, Justo, Inconmutable; y como nuestro Padre no tiene limitantes, podemos acercarnos a Él a través de la oración, para reconocer delante de Él nuestra total dependencia de Dios Padre, alabándolo por lo que Él es y poniendo delante de Él, todas nuestras peticiones; sabiendo que Él nos las concederá conforme a sus riquezas en Gloria (Filipenses 4:19).
Por eso, la oración del Padre nuestro la elevamos a Dios, totalmente convencidos que: de Él es el reino, el poder y la gloria. Y sobre esta doxología es el mensaje que a mi me corresponde dar hoy.
Qué vergüenza que nosotros siendo representantes de Dios ante nuestros hijos, no les demos ejemplo de buena conducta y le impongamos cargas que nosotros no fuimos capaces de llevar cuando teníamos su edad. Que les digamos que lo mas importante que les vamos a dejar es la educación y no les presentemos el evangelio de Jesucristo.
Mateo 6:7-13
¿Es palabra de Dios esta doxología?
Usted puede tener argumentos para creer que esta doxología no está en los textos originales (los escritos de los apóstoles). Puede que sea así, no lo sabemos con certeza, porque los escritos originales de los apóstoles se perdieron y las biblias que conocemos hoy, son traducciones de copias de los textos originales que fueron encontrándose siglos después. Por eso, es posible que hasta en su versión esta doxología no se encuentre. Lo que no quiere decir que no sea una verdad total y que, en el resto de las escrituras, se repita una y otra vez: Tuyo es el reino y el poder y la gloria, para siempre.
Es muy interesante, que está frase esté al finalizar del Padre nuestro. Es como una argumentación final del porqué se eleva esa oración a Dios.
Es decir, porque tuyo es el reino, “venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad”.
Porque tuyo es el poder: Danos hoy el pan nuestro, perdona nuestras deudas, no nos dejes caer en la tentación, libranos del maligno.
Porque tuya es la gloria: Santificado sea tu nombre. Hágase tu voluntad.
Las doxologías, son expresiones de alabanza y adoración a Dios, que se dan a partir del conocimiento de Él, y que buscan darle gloría por lo que Él es.
Tuyo es el reino:
Cuando decimos, tuyo es el Reino, ¿a qué tipo de reino nos referimos? ¿A un reino finito? ¿Un reino de este mundo?
No. hablamos del REINO de Dios: Un reino infinito, inconmovible, que desde el Antiguo testamento se venía proclamando, pero que se hace cercano a la humanidad a través de la persona de Jesús. Por eso Juan el Bautista, le dice a los que le seguían: “Arrepentíos porque el REINO de los cielos se ha acercado” (Mateo 3:1-3).
El mismo Jesús cuando inicia su ministerio, proclama: “Arrepentíos porque el REINO de los cielos se ha acercado” (Mateo 4:17).
Y cuando Jesús establece sus doce discípulos, les instruye diciéndoles que prediquen que el REINO de los cielos se ha acercado (Mateo 10:7).
Este reino se ha acercado a nosotros, porque el Rey mismo, se hizo carne y habitó entre nosotros. Siendo Dios, se despojó a sí mismo y tomando forma de siervo, se hizo hombre, humillándose en obediencia a Dios, hasta la muerte, por amor a nosotros. (Filip 2:6-8 LBLA).
Y en el momento que Cristo Jesús murió en una cruz, para cargar toda nuestra culpa y saciar la ira de un Dios justo, que demandaba muerte por nuestros pecados (Porque la paga del pecado es muerte, pero la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro. Romanos 6:23 LBLA), y por la fe nos hacemos cristianos, Dios nos hace parte de su REINO.
¡Somos llamados a hacer visibles El reino de Dios en este mundo! ¡A nuestros familiares, amigos, vecinos, compañeros de trabajo, aún a nuestros enemigos!
Nosotros (Tú y yo que creemos en Cristo Jesús), somos los representantes de Dios en la tierra. ¿Qué pena con Dios cierto? Qué vergüenza que nosotros siendo representantes de Dios ante nuestra esposa, seamos ásperos con ellas.
Qué vergüenza que nosotros siendo representantes de Dios ante nuestros hijos, no les demos ejemplo de buena conducta y le impongamos cargas que nosotros no fuimos capaces de llevar cuando teníamos su edad. Que les digamos que lo mas importante que les vamos a dejar es la educación y no les presentemos el evangelio de Jesucristo.
Qué vergüenza que nosotros siendo representantes de Dios ante nuestros vecinos, nos escuchen gritarnos entre nosotros (padres con hijos, esposos, hermanos) y nos vean tratarnos sin fraternidad.
Qué vergüenza que nosotros siendo representantes de Dios, nos vean ser tan implacables con los del mundo.
Como hijos del Rey, y como coparticipes del reino de Dios tenemos una labor: Proclamar el evangelio, para esparcir su luz en este mundo de oscuridad.
Estamos estudiando el sermón del monte y Jesús nos enseñó en el capítulo 5 de Mateo que nosotros (sus discípulos) somos la luz de este mundo, la sal de la tierra (Mateo 6:13-16). Debemos vivir esta vida entendiendo nuestro nuevo roll.
Hace poco, debí enfrentarme en una conciliación con un hombre que, aprovechándose de una mala decisión de mis clientes, estaba buscando beneficio propio (“hacer leña del árbol caído”). Mi intención era decirle que era un pícaro tramposo, pero el Espíritu Santo, días antes de mi reunión con este hombre me redarguyó y trajo a mi palabra. Colosenses 4:5-6 (“Andad sabiamente para con los de afuera, aprovechando bien el tiempo. Que vuestra conversación sea siempre con gracia, sazonada como con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada persona.”). Como terminó la conciliación, con un apretón de manos, mis clientes satisfechos con la decisión y el señor que demandaba de ellos unos recursos también. Somos representantes de Dios en la tierra, aún para los que nos hacen mal.
¿Quiere ver un mundo mejor?, haga que el reino de Dios se visibilice en esta tierra, en este país, en su ciudad, en su barrio, en su trabajo, en su hogar.
Siempre que hablamos con mi papá de la situación del país, terminamos preguntándonos ¿Por qué si dicen las estadísticas que en promedio hay en Colombia 10 millones de cristianos, esto no se refleja en nuestra sociedad?
Que estamos haciendo tu y yo, para hacer evidente el reino de Dios en nuestro entorno.
Tristemente no mucho, todo lo contrario, nos estamos amoldando a este mundo. La biblia nos exhorta a “no adaptarnos a este mundo, sino a transformarnos mediante la renovación de nuestra mente, para que verifiquemos cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno, aceptable y perfecto.” ¿Queremos que la voluntad de Dios se haga, como en el cielo, así también en la tierra? Renovemos nuestra mente, mediante la palabra de Dios.
Tuyo es el poder:
Ahora, como hacerlo si como dice el apóstol Pablo: “Porque yo sé que en mí, es decir, en mi carne, no habita nada bueno; porque el querer está presente en mí, pero el hacer el bien, no. Pues no hago el bien que deseo, sino que el mal que no quiero, eso practico. Y si lo que no quiero hacer, eso hago, ya no soy yo el que lo hace, sino el pecado que habita en mí. Romanos 7:18-20) Y complementa diciendo: “¡Miserable de mí! ¿Quién me libertará de este cuerpo de muerte? Gracias a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Romanos 7:24-25”
Cristo Jesús, es el único que tiene el poder para libertarte del pecado. Recuerdan el ejemplo del endemoniado gadareno: Tenía miles de demonios, tantos que se llamaban legión, nadie los podía atajar, tenían atemorizada a toda una región. Y cuando Jesús llega a esa región, el hombre endemoniado sale al encuentro de Jesús, ¿Para enfrentársele? No, para postrarse a sus pies y decirle “¿Qué tengo yo que ver contigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te ruego que no me atormentes.” (Lucas 8:28 LBLA). De ese tamaño es el poder de nuestro Rey.
Dios es tan poderoso, que sólo con hablar hace que las cosas pasen: Las palabras no tienen poder, usted porque lo diga no va a ocurrir. No crea en fábulas e historietas cómicas. Usted no tiene el poder para declarar y las cosas por eso sucederán. Los cristianos lo único que tenemos obligación de declarar es la Palabra de Dios.
Este Dios es tan poderoso, que solo con que Él quiera, es suficiente para cambiar tu vida.
Recuerdo que de joven, amigos y familiares que conocían mi comportamiento, me decían: “y usted ¿por qué es así y no sigue los caminos de Dios que sus Papás le enseñan?” (Dios poniendo a hablar las piedras). Yo tontamente respondía: “Yo quisiera acercarme a Dios, pero el gusto desenfrenado por las mujeres no me deja”. Cuando toqué fondo y al borde de perder mi hogar, miré al señor y le dije: “Señor si quieres puedes salvarme” y afortunadamente para mí, mi esposa, mis hijos y mis generaciones El Señor dijo: “QUIERO”. Hoy quienes están a mi lado, pueden decir que el Maicol de hoy, no es ni la sombra del que era. Ese es el reflejo del poder de Dios, en mi vida. Yo solo le dije, no puedo más. Esto me ganó. Recíbeme con mi pecado y por favor, te lo ruego, obra en mi. No piense que mi vida cambio al otro día, ha sido un proceso, pero por la gracia de Dios, hace más de 6 años no le soy infiel a mi esposa. Hace mas de 6 años y contando.
Usted necesita del poder de Dios, para que cambie su naturaleza, haciéndolo nacer de nuevo, para que siendo una nueva criatura, sea equipado para toda buena obra.
¿Crees que Dios no puede contigo? Humíllate ante el Señor, reconoce tu pecado, arrepiéntete, confía en Él y Él hará.
Tuya es la gloria:
Una de las frases que más se manosean en el mundo entero, tal vez después de “gracias a Dios”, es “toda la gloria es para Dios”. Esta frase la escucho en personas creyentes y no creyentes, deportistas, comerciantes, hasta en modelos de catálogo y reinas.
Dudo mucho que dimensionemos lo que significa, “toda la gloria es para Dios”. Aun cuando en nuestra iglesia se declara la bendición final, dudo mucho que seamos conscientes del amén que respondemos cuando el pastor dice: “Y todo lo que veas, todo lo que oigas, todo lo que digas, todo lo que tus manos toquen y todo lo que tus pies caminen, glorifiquen a Dios Jehová de los ejércitos”. Y salimos (me incluyo) a seguir haciendo como se nos viene en gana y entonces, ¿en que quedó ese amen? En eso, en un gesto hipócrita, tan hipócrita como ese contrabandista que cuando el cargamento no le es decomisado, dice: “gloria a Dios. Todo salió como lo esperaba”.
El propósito supremo en la vida de cualquier hombre o mujer, independientemente de su origen en este mundo, es glorificar a Dios. Esta es la esencia de la existencia. La glorificación de Dios representa el culmen de la vida cristiana.
La madurez espiritual se alcanza al dirigir nuestra atención y concentración hacia la persona de Dios, hasta que nos sumergimos completamente en Su majestuosidad y gloria.
Toda la gloria es para Dios, pero vivimos cuidando nuestro buen nombre, o acaso no entramos en cólera cuando somos maltratos y menospreciados. Es decir: “Señor soy un gusano delante de ti, pero hay de aquel que ose tratarme como gusano”.
Permítame decirle una verdad: Usted no vale por sí solo, usted vale porque Dios lo compró a usted, a través de la sangre que Jesús derramó por usted en la cruz.
Usted y yo somos como ese cachorro, sin gracia, mal oliente y que aparte no tiene ningún reparo de atacar a su amo y así y todo Dios nos adoptó, nos curó, nos lavó, nos adiestró y nos hizo aptos para toda buena obra. No para que nos creamos “la niña de los ojos de Dios”, sino para que anunciemos las virtudes de aquel que nos rescató de nuestra vana manera de vivir. Para vivir para la gloria de Dios. Como dice el apóstol Pablo: “Entonces, ya sea que comáis, que bebáis, o que hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios.” (1 Corintios 10:31 LBLA).
La oración a nuestro Padre celestial debe buscar una sola cosa, glorificar a Dios.
Conclusión
¿Por qué nos cuesta tanto someternos a Dios? ¿Por qué nos cuesta tanto hacer su voluntad?
Se imagina que su hijo/a adolescente, llegue un día a su habitación y diga: “papá, mamá, me someto completamente a lo que ustedes me digan. Viviré como me digan, me vestiré como ustedes quieran, estudiaré lo que quieran que estudie, me casaré con quien ustedes quieran que me case”. No me los imagino frotándose las manos y diciendo: “Ahora si va a haber este/a lo que es sufrir y padecer en esta vida, nos le vamos a tirar la vida”. Estoy seguro de que no sería así, sino que si usted decidiera asumir semejante responsabilidad, tendría el mayor cuidado y se esmeraría porque todo fuera lo mejor para su hijo/a. “Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que le piden?” Mateo 7:11.
¿Por qué nos cuesta tanto someternos a nuestro buen Dios?
Para poder darle sólo la Gloria a Dios y llevar una vida que glorifique a Dios, necesitamos arrepentirnos y creer en el evangelio de salvación que es solo a través de Cristo Jesús. Creer y vivir el evangelio de salvación.
Creer en Jesucristo, hijo de Dios y salvador eterno, da gloria a Dios.
¿Qué estás esperando para rogar a Dios que te saque de la vida miserable en la que vives y te traiga a la Cruz? Ruega al Dios de amor, que tenga misericordia de ti.
Dile: “Señor no te conozco, pero quiero conocerte, quiero conocer ese Dios poderoso, que es capaz de libertarme de la esclavitud de mi pecado. Quiero recibir de ese amor que nunca he sentido. Quiero ser librado de las manos de un Dios vivo”. Y yo se, porque su palabra lo dice, que Dios no te va a despreciar. (Salmo 51:17). Mi Dios, no es un Dios mentiroso.
“Porque tuyo es el reino y el poder y la gloria”