Iglesia Familiar de Restauración: IFRAN Bogotá Norte
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Propósito:

“Es imposible lograr una transformación apartados de la guianza del Espíritu Santo en nuestras vidas”

INTRODUCCION:

Los jóvenes que tenemos más de 15 años, conocimos una serie que se presentó en el año de 1977 por la cadena de T.V americana ABC, que causo un gran impacto social, se llama “Raíces”, es la historia de un joven llamado “Kunta Kinte”, esto sucede en el año de 1750.

Este joven pertenecía a la tribu “Mandinka”. Cuando este joven tenía 15 años vivió lo que los jóvenes de esa tribu anhelaban, “el ritual de iniciación” que los convertiría en guerreros y cazadores. Es la historia de un hombre libre africano, forzado a trabajar como esclavo en EE.UU y sus posteriores intentos de liberación.

Aun viendo esa famosa serie “Raíces”, nos resulta difícil entender la magnitud de las limitaciones que encierra la palabra “esclavo”. 

Un esclavo, según el diccionario de la Real Academia Española, es una persona que “carece de libertad por estar bajo el dominio de otra”, es decir, no goza de los privilegios que nosotros disfrutamos a diario, fruto de la posibilidad de elegir. 

El esclavo no puede decidir ni siquiera los más pequeños detalles de su propia vida. El amo es el que elige lo que viste, lo que come, el lugar en que trabaja y la cantidad de horas que puede descansar. 

El esclavo existe para ser usado y descartado según los antojos de quien lo adquirió. 

El apóstol pablo dice en la carta a los romanos: “sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con Cristo, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que ya no seamos esclavos del pecado”

Esto quiere decir que el pecado ya no es el amo que decide lo que podemos hacer o no. 

¡El pecado no gobierna más nuestra vida!

¡ya no soy esclavo del pecado!

Me llamó mucho una frase de nuestro predicador del domingo anterior, Danilo que decía:

La piedra no fue removida para que cristo pudiera salir, sino para que cada uno de nosotros viéramos su interior y para que supiéramos que ÉL no está ni crucificado, ni en una tumba, el cumplió la promesa de la ley y los profetas

¡!EL VIVE!!

Esta declaración le asesta un golpe mortal a uno de los conceptos más arraigados entre los que seguimos a Cristo: la idea de que no podemos vencer ciertos comportamientos pecaminosos, porque no tenemos dominio sobre ellos; y que somos las víctimas de conductas sobre las que no tenemos ningún control. 

Aferrados a esta falsa convicción, nos entregamos a ese comportamiento pecaminoso, resignados, porque no podemos hacer nada al respecto.

Ahora, por el poder de Aquel quien resucitó, puedo escoger otro camino. Es decir, el pecado ya no tiene la última palabra acerca de cómo vivo.

En otras palabras, ¡soy libre! No hay absolutamente nada que me pueda atar ni privar de ese regalo que Dios me ha dado.

El principio de la transformación radica en abrazarse a esta verdad. “No soy un esclavo del pecado”. 

Como ciudadano del reino tengo acceso a otras opciones de vida. Cuento con el poder del Espíritu Santo y la ayuda oportuna del Hijo de Dios. No soy víctima. ¡Soy más que vencedor, en Cristo Jesús!.

Saben porque en este lugar, en IFRAN, ¿cada cierto tiempo celebramos la cena de acción de gracias en familia? Para que no olvidemos que de la misma manera como DIOS saco al pueblo de Israel de la esclavitud, también ÉL nos saco de la esclavitud del pecado y por consiguiente de la muerte eterna

La evidencia de esa libertad es un estilo de vida que agrada a Dios, hoy le quiero preguntar:

  • ¿Tu estilo de vida te agrada a ti? – eso se llama egoísmo.
  • ¿Tu estilo de vida busca agradar a los demás? – eso se llama apariencia.
  • ¿Tu estilo de vida agrada a Dios? – eso se llama santidad

El fruto del Espíritu Santo es la acción fundamental de un estilo de vida que agrada a Dios Jehová de los Ejércitos

Ahora bien; el estilo de vida que agrada a Dios es una construcción constante de mi carácter, de mi personalidad, de mi estima etc.

Lectura del texto Gálatas 5:22-23 N.T.V

La carta de Pablo a los Gálatas intenta corregir las enseñanzas de los falsos maestros que se habían metido en la iglesia. 

Los creyentes en la iglesia habían abandonado la libertad con la que comenzaron su vida en Cristo, para volver a ser esclavos del legalismo que alimentaba una espiritualidad carnal. 

Los llama a volver a andar en el Espíritu y ser verdaderamente libres y no esclavos de la carne  

La séptima característica del fruto del Espíritu Santo es: “FIDELIDAD”

Beth Moore dice: “Muchas personas luchan en sus propias fuerzas en tener más FE. Se retuercen como una mujer con dolores de parto y piensan: “si yo tuviera más fe, mis oraciones serian contestadas”, ¿alguna vez Ud. se ha detenido a pensar en la relación que existe entre fe y fidelidad?

La FE no es una acción; la FE es una respuesta.

Si aprendemos a confiar en la fidelidad de Dios, seremos bendecidos.

La palabra que emplea Pablo es pistis. El término que generalmente traducimos como «fe».

En este contexto, sin embargo, se refiere a una persona que es confiable, responsable, fiable. 

La actitud tiene sus raíces en una postura de firme confianza en Dios, es creer en la realidad de un Dios soberano, la cual es indispensable para caminar con él en medio de los desafíos, las dificultades y los contratiempos que son tan parte de la vida en un mundo afectado por el pecado. 

Esto quiere decir que nuestro grado de fe es resultado directo de nuestra estimación de la fidelidad de Dios

Esta actitud es comparable a la absoluta confianza, que posee un niño en sus padres. No duda de que ellos puedan solucionar sus problemas, sanar sus dolores y proveerle lo que necesita ante cada desafío que enfrenta. 

Cree, sin titubeos, que sus padres poseen las respuestas a todas sus preguntas, y busca instintivamente, sin siquiera ser consciente de ello, que suplan sus necesidades básicas de alimento, afecto, aprecio, vestimenta y seguridad.

Del mismo modo, el hijo confiado sigue aferrado a la convicción de que el Señor es bueno y convierte todas las situaciones en provechosas, sin importar lo adversas que puedan ser las circunstancias por las que atraviesa. Esa convicción lo convierte, a su vez, en una persona confiable. 

Los demás perciben que es persona de palabra, fiel en cumplir con las responsabilidades que asume o que se le asignan. 

Iglesia, ¿sabe que me diferencia a mi como creyente frente a un impío?

La seriedad con que nos tomamos los proyectos que nos han confiado, ese es un testimonio elocuente, tanto en el lugar de trabajo como también en la iglesia, es el testimonio real y fehaciente de la transformación que Dios obra en nuestro corazón. 

A esto yo le llamo “FIDELIDAD”

La fidelidad nos distingue de aquellos que solamente trabajan cuando perciben que pueden sacar algún provecho personal.

Hemos examinado siete de las características que posee la persona cuya vida es guiada por el Espíritu Santo. Estas cualidades se manifiestan en conjunto, pues son parte de un solo fruto; de manera que la persona que comienza a crecer en amor, también lo hace en las demás. 

La transformación que obra Cristo en esta vida es completa y afecta todas las esferas de su carácter.

 

La octava característica del fruto del Espíritu Santo es la “Humildad”.

Algunas traducciones le llaman “Mansedumbre”

“la mansedumbre es el poder y la fortaleza que surgen de someternos a la voluntad de Dios”

“la Humildad es la correcta estimación de nosotros mismos que resulta de una correcta estimación del Dios en que creemos”

Se trata de una característica que combina la ternura, la delicadeza y la amabilidad. Es la cara opuesta de la arrogancia, que mira con desprecio a los demás y busca la forma de manipular y dominar a los de su entorno.

Yo creo que la Biblia se refiere a muy pocos con esta característica específica; en el Antiguo testamento en el libro de Números 12:1-3 (NTV – violeta), 

Me encanta como lo dice la R.V del 60: y aquel varón Moisés era muy manso, más que todos los hombres que había sobre la tierra.

Dos textos Bíblicos me llenan de esperanza: este de la mansedumbre de Moisés y cuando Dios dice de David que era un hombre conforme al corazón de Dios. 

Si Dios Jehová lo dijo de dos lideres con temple, con carácter, humanos, no extraterrestres, con emociones a flor de piel, como tu y como yo, ¿será que no podrá decirlo también de nosotros? ¿De ti y de mi?, ¡CLAAAARO QUE SIII!

Así se presenta la forma como Dios respalda. ¿Quién exalta esta característica de Moisés? ¡Dios por su puesto!, porque su palabra dice que ÉL honra a los que le honran.

La humildad de espíritu es el resultado de poseer una correcta perspectiva acerca de quiénes somos, la que procede del corazón del Padre. No requiere de exageradas expresiones de lo vil y despreciables que somos. Sabemos que somos profundamente amados, pero, a la vez, somos conscientes de que este amor es pura gracia divina. Lo aceptamos como un regalo del cielo y lo celebramos a diario.

CONCLUSIÓN: 

Jesús nos invita, como discípulos, a acercarnos a él para aprender de su mansedumbre. 

El evangelista mateo dice en 11:28-30 – R.V60 (amarilla)

Lo logramos cuando tomamos sobre nosotros su yugo, que es ligero y fácil de llevar, y comenzamos a caminar a la par de él. 

 

AMÉN

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