Juzgar o no juzgar
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Introducción
El Sermón en el Monte continúa con el mismo tema de cómo un discípulo verdadero debe vivir y seguir a Cristo. Recordemos por un momento:
en el capítulo 5 Jesús describe cómo debe ser la actitud y el corazón de un creyente.
En el capítulo 6 explica cómo mantener puros los motivos mediante la oración y cómo centrarse en las recompensas eternas que les espera a los creyentes.
Luego les advierte sobre la hipocresía, el temor, la preocupación y la búsqueda de cosas materiales.
Ahora en el capítulo 7, Jesús continúa recordando a los discípulos que deben de tener una justicia que supere la de los escribas y los fariseos porque el corazón de los discípulos ha sido transformado.
El tema general del Sermón del Monte es tener una justicia interna que demuestre que Cristo reina en el fuero interno. Es por eso que Jesús advierte a los discípulos a no juzgar a los demás y les instruye cómo mantenerse en el camino estrecho de la vida eterna. A Cristo le preocupan las predisposiciones que destruirán el amor de los discípulos y dividirán sus corazones.
Debes ser misericordioso y generoso, así como tu Padre lo es contigo. Si mides la misericordia y lo que das a los demás, tu Padre usará la misma medida contigo. ¿Cómo quieres que te trate el Señor? ¡Trata a los demás de la misma manera!
Mateo 7:1-5
Al igual que los demás elementos del sermón del monte, la perspectiva de este pasaje se da en contraste a la de los escribas y fariseos, cuyo endiosamiento hipócrita estaba en oposición directa con la verdadera justicia de Dios.
Estos primeros versículos del capítulo 7 la comparación está en el área de las relaciones interpersonales, se enfocan en el aspecto negativo del fariseísmo y el espíritu crítico.
Cuando un individuo o un grupo de personas desarrollan sus propias normas de religión y moral, inevitablemente juzgan a todo El Mundo por esas creencias y normas de fabricación propia. Los escribas y fariseos habían hecho exactamente eso, se habían dedicado durante todos los siglos a modificar gradualmente la palabra revelada de Dios de acuerdo con sus propias ideas, inclinaciones y habilidades.
Junto con otros muchos pecados originados por su justicia propia los escribas y fariseos se habían vuelto agobiadamente moralistas, llenos de orgullo despreciaban a todos los que no formaban parte de su sistema de élite. Eran despiadados, implacables, crueles, críticos y totalmente carentes de compasión y gracia.
La evaluación que hacían de otros, al igual que todos los demás aspectos de su sistema hipócrita, se basaba en la apariencia, en lo externo y superficial.
Vivían para justificarse ante los ojos de otras personas; pero Jesús dijo de ellos que el juicio que hacían era totalmente contrario al de Dios y detestable a los ojos del señor.
Una representación clásica del juicio con arrogancia moral se ofrece en la parábola del fariseo y el recaudador de impuestos en lucas 18:11-14.
Cuando alguien se eleva así mismo, En consecuencia, rebaja a todo El Mundo. Los fariseos estaban haciendo todo lo posible por enaltecerse ante sus propios ojos e incluso actuaban como jueces espirituales condenando a los demás
Para entender este concepto de la censura o la crítica, debemos definir la palabra juzgar. A lo largo de los años, me he dado cuenta que uno de los mayores problemas en la iglesia es que no entendemos el significado de juzgar. En este contexto en particular, la palabra juzgar es una palabra general que significa censurar o condenar.
La Biblia dice en Lucas 6:37
Jesús dice lo mismo en Mateo 7, que lo que dice en este pasaje, pero agrega una oración más. “no condenen, y no serán condenados”. En este versículo la palabra condenen es la palabra que define el significado de juzgar. Primero ordena no juzgar, y luego da una orden similar y ordena no condenar. La palabra condenar significa censurar a alguien declarándolo culpable, o juzgar a alguien como si estuviéramos en el lugar de Dios y conociéramos su corazón.
Cabe señalar que este pasaje se ha usado de manera equivocada para sugerir que los creyentes nunca deben evaluar o criticar a nadie por nada. Nuestra época odia los absolutos, especialmente los absolutos teológicos y Morales, y tan simplista interpretación proporciona un escape conveniente a la confrontación.
Los miembros de la sociedad moderna, incluso muchos cristianos profesantes, tienden a resistir el dogmatismo y las fuertes convicciones acerca del bien y del mal. Muchas personas prefieren hablar de amor, compromiso, ecumenismo, y unidad integral. Estas son para el individuo y religioso moderno las únicas doctrinas dignas de defender, y son las doctrinas ante las cuales toda doctrina que genere conflicto debe sacarse de la Iglesia
Jesús enseño a los líderes religiosos, que lo estaban condenando, “No juzguen por la apariencia, sino juzguen con juicio justo”. Les estaba enseñando que juzgar por apariencia y condenar a alguien sin considerar todos los hechos era juzgar injustamente.
Un juicio justo es hacer lo contrario, que es juzgar conforme a los hechos que sabes que son ciertos. Por lo tanto, hay juicios justos que debes ejercer, y hay juicios injustos que debes evitar. ¿Ves la diferencia entre los dos? Es esencial que entiendas este concepto. Hay juicios condenatorios, y hay juicios discernidores o determinantes. Debes ejercer uno y el otro no. Es más, para ejercer el don sobrenatural de discernir los espíritus tienes que determinar cuál espíritu es de Dios y cuál no.
Después de instruir a los discípulos que no condenen a los demás en Mateo 7:1, Jesús les dice en Mateo 7:15: “Cuídense de los falsos profetas”.
Pero ¿cómo puedes decidir si alguien es un “falso profeta” si no ejerces un juicio discernidor? Si Es imposible hacerlo. Es por eso que es importante que comprendas y tengas una perspectiva equilibrada de esta verdad fundamental. Cada uno de nosotros debe estar preparado y dispuesto a discernir entre una enseñanza fiel a las Escrituras y una enseñanza engañosa.
Ahora bien ¿Por qué no debes criticar?
El mensaje principal de este pasaje es la explicación que Cristo da sobre el por qué no debemos criticar a los demás. ¿Por qué nos manda Jesús que vivamos de esta manera?
En este texto Jesús nos da cinco razones por las cuales no debemos juzgar con rigidez.
1.- No debes juzgar porque es un mandato de Jesús. La simple razón por la que debes dejar de criticar a los demás es porque ¡Jesús dijo que dejaras de hacerlo! Él dijo, “No juzguen para que no sean juzgados”. Está perfectamente claro. Es un mandato directo de Cristo. ¡No lo hagas! Si en tu corazón estás condenando a alguien, ¡deja de hacerlo! ¡Es pecado desobedecer un mandato directo de Cristo! Su mandato debe ser más que suficiente. Él dijo: No lo hagas. Tienes que elegir si obedecerás o rechazarás este mandato.
2.- No debes juzgar porque Dios te juzgará con la misma medida. Esto te debe llenar de un piadoso temor a Dios. Jesús dijo: “Porque con el juicio con que ustedes juzguen, serán juzgados; y con la medida con que midan, se les medirá”. Las palabras midan y medirá tienen la misma raíz griega. Entonces, el juicio o criterio que uses para medir a los demás es el mismo juicio que se usará contigo. Lo que des a una persona es lo que recibirás.
La Biblia dice en lucas 6:36-38
Observa lo que Jesús dice que debes hacer en lugar de juzgar. Debes ser misericordioso y generoso, así como tu Padre lo es contigo. Si mides la misericordia y lo que das a los demás, tu Padre usará la misma medida contigo. ¿Cómo quieres que te trate el Señor? ¡Trata a los demás de la misma manera!
Por lo tanto, sí hay siembra y cosecha terrenal y también una recompensa eterna. El mensaje de la Biblia está muy claro, trata a los demás como quieres que Dios y las demás personas te traten a ti.
3.- No debes juzgar porque es hipocresía. Observa como comienza Jesús el versículo cinco. “¡Hipócrita!” Es una palabra punzante, ¿no crees? Está destinada a ser directa y al grano.
Jesús instruye que, si juzgas y condenas a los demás, estás actuando con hipocresía. ¿Por qué? Porque no te das cuenta de que tú haces las mismas cosas. Has cometido el mismo pecado en el pasado, lo estás cometiendo en ese momento o lo cometerás en el futuro. ¿Por qué? Porque cometemos pecados a cada instante. “Todos somos pecadores por naturaleza”. Todos somos iguales. Pero una actitud censuradora no te permite ver tu pecado. ¿Recuerdas lo que el fariseo censurador le dijo a Dios en oración? “Dios, te doy gracias porque no soy como los demás hombres” (Lucas 18:11).
La verdad es que sí somos como los demás hombres. Si permites que tu actitud censuradora se enraíce en tu corazón, comenzarás a actuar con hipocresía.
Pablo advirtió a los romanos sobre la actitud censuradora. En Romanos 2:1
Tienes que ver que tú también fracasas de la misma manera y al mismo grado que los demás. Entonces, cuando ves el pecado de alguien y piensas: yo nunca haría algo así, que Dios te convenza del pecado en tu corazón de inmediato porque, lo has hecho o has pensado hacerlo. Así que ten cuidado. 1ª co. 10:12 (violeta)
Debes tener un corazón humilde porque necesitas la gracia de Dios, ¡tanto como cualquier otra persona!
4.- No debes juzgar porque el fariseísmo te cegará espiritualmente.
Observa la enseñanza de Jesús en esta simple ilustración (ver. 3-5) que trata con sacar la paja del ojo de otra persona mientras que tú tienes una viga en tu propio ojo.
¿Cómo podrás ayudar a tu hermano si tu ceguera te impide ver tu propio problema? Observa la solución de Cristo en el versículo 5. “Saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás con claridad para sacar la paja del ojo de tu hermano”. No podrás ver claramente hasta que saques la viga de tu propio ojo.
Claridad para ver la situación como realmente es, requiere que primero me examine a mí mismo y examine mis propias faltas. Por lo tanto, la próxima vez que tengas un conflicto con alguien, o cuando guardes resentimiento en tu corazón, primero pregúntate, ¿en qué momento no amé o no di como era debido? ¿Qué debía haber hecho? ¿En qué situación no escuché como era debido? ¿En qué momento tuve una mala actitud? ¿Qué hice mal?
Reconoce esto ante Dios y pídele perdón. Después, ve y confiesa tu falta a la persona con la que tuviste el conflicto.
Estos son los pasos que necesitas tomar para sacar la viga de tu propio ojo, y entonces verás con claridad para poder resolver el problema con tu hermano.
La condenación farisaica de los demás los cegaba. Si hacemos lo mismo, entonces nosotros también pasaremos por alto el punto principal de la vida cristiana. Por lo tanto, es esencial que continuamente saques las vigas que tienes en tus propios ojos y así nunca te convertirás en un fariseo.
Es muy fácil ver el pecado de otra persona por medio de una lupa, y no ver en el espejo para ver nuestro propio pecado. Si no quieres ser censurador, entonces mírate en el espejo con regularidad. ¿Cómo te ves en el espejo? Abre tu Biblia y léela todos los días. La Palabra de Dios es el espejo. No puedes leer las Escrituras sin ver cómo se atañen a ti, y sin ser convencido de tu propio pecado.
5.- No debes juzgar porque si continúas, no podrás ayudar a nadie más. Amar y ayudar a los demás es el punto más importante de Mateo 7:1-5.
Dios quiere que ayudemos y ministremos a los demás. Pero lidiar con las faltas de otra persona es algo muy delicado. Sacar una paja del ojo de alguien es como una cirugía ocular. ¡No permitirías que un cirujano ciego saque un pedazo de metal de tu ojo! ¡Yo no lo permitiría! Entonces, ¿por qué pensamos que podemos ayudar a alguien con sus pecados si no podemos ver los nuestros?
¿Cómo puedes juzgar con rectitud?
1.- Primero debes juzgarte a ti mismo. Cristo estableció esto claramente en el versículo 5 de nuestro texto. Él dijo: “Saca primero la viga de tu ojo”. Si dijo que hicieras esto primero, entonces aquí es donde debes empezar.
Si quieres juzgar correctamente, esto es lo primero que debes hacer. Pregúntate, ¿dónde he fallado? ¿Qué hice mal? ¿Dónde actué de una manera egoísta o altanera? ¿He hecho algo para causar este problema o dilema que acaba de suceder? Esto se llama examen de consciencia.
Existen dos extremos en el examen de conciencia: Uno es que no profundizas la mirada en tu corazón y tu examen de consciencia se vuelve muy superficial. He visto personas que vienen a hablar conmigo y me dicen algo que han hecho. Y les digo: “Bien sabes que eso es una patente desobediencia a las Escrituras”. Pero la respuesta que me dan es una manera de justificar, excusar y atribuir la culpa a otros por lo que ellos mismos han hecho.
La única conclusión es que la persona no reconoce su propio pecado. Este es el fruto del examen de consciencia superficial.
El otro extremo es cuando las personas se vuelven tan autocríticas que se condenan al infierno por siempre, porque tropezaron en alguna área en particular. Han tomado la paja en su propio ojo y la han convertido en una viga. Ambos extremos son peligrosos e improductivos para una buena toma de decisiones. Si no te examinas con sinceridad, seguramente te engañarás. Si te vuelves demasiado autocrítico, tropezarás. ¡El equilibrio es esencial!.
2.- No juzgues los motivos. ¿Por qué no debes juzgar los motivos? Porque no puedes ver el corazón de la persona. Es imposible. Sólo Dios puede ver el corazón. El problema es que nosotros pensamos que conocemos los motivos de la persona. A menos que alguien te diga verbalmente cuál es su motivo, ten cuidado y no des nada por sentado. Si quieres saber, pregúntale a la persona por qué hizo esto o aquello. Pero recuerda que tú no eres Dios.
Él es el único que puede ver el corazón de la persona clara y completamente. ¿Cuántas veces has obtenido más información después de haber juzgado los motivos de una persona y piensas: ¡Qué equivocado estaba!?Así que no juzgues tan rápido ni seas duro al juzgar a los demás. Ten cuidado, no juzgues los motivos porque terminarás equivocándote.
3.- Juzga solamente los hechos. Este principio es esencial para juzgar bien. Juzga solo los hechos de los que estás completamente seguro.
A menudo vienen personas que me dicen, “¿qué opina de lo que hizo esta persona?” Y yo contesto, “No sabía que esta persona hizo esto o aquello. ¿Usted lo vio hacerlo?” Me responden, “No. Me lo contó fulano de tal”. En mi interior, inmediatamente suena una señal de alarma. Si no estuviste allí, no lo viste y no lo oíste tú mismo, entonces estás difundiendo chismes. ¿Por qué? Porque todo es testimonio de oídas. Esto no es prudente si quieres tomar una buena decisión. ¿Qué se dijo en realidad? ¿Qué fue lo que realmente sucedió?
¿Qué fue lo que se presenció? Estos son hechos que solo un testigo ocular puede proporcionar. Es lo único que puedes usar para juzgar con rectitud.
En resumidas cuentas, cada uno de nosotros debe escuchar lo que la persona dice y observar lo que hace. Estas dos cosas nos permiten juzgar correctamente.
4.- No juzgues prematuramente. Es muy fácil para todos nosotros juzgar prematuramente. Cuando una persona que amamos y respetamos nos dice de un mal que alguien le hizo, inmediatamente decidimos quién tiene la razón.
5.- Juzga conforme a Su Palabra. El último principio que te ayuda a juzgar correctamente es juzgar siempre de acuerdo con Su Palabra. No juzgues basándote en tus ideas, valores morales o tus percepciones. Se nos instruye que juzguemos con rectitud de acuerdo con la Palabra de Dios. Este principio se encuentra firmemente en Ezequiel 44:24. Cuando Dios instruye a los sacerdotes en el Antiguo Testamento les dice: “En un pleito actuarán como jueces; lo decidirán conforme a Mis ordenanzas”.
Conclusión
Si los fariseos hubieran basado sus decisiones en la Palabra de Dios y reconocido sus propias faltas, no hubieran rechazado a Cristo. Hubieran percibido la convicción de su pecado cuando Él predicaba y lo hubieran seguido. Por lo tanto, es obvio que estos principios son esenciales para madurar y para discernir entre las dudas que surgen en la vida.
La Biblia dice en Gálatas 6:1
Si quieres que alguien te tenga compasión cuando tropiezas, ¿no crees que debes tener compasión por los demás cuando tropiezan? Sé amable y cariñoso con ellos. ¡Así es como te gustaría que ellos te traten! Pero muy a menudo nos olvidamos de la compasión que Dios tiene por nosotros y nos volvemos severos con los demás, insensibles y todo lo demás, menos amables.