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La encrucijada de la vida – Parte 2

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Introducción

La vida tiene siempre una cierta cualidad dramática; porque como se ha dicho: “todas las posibilidades se concentran en las encrucijadas”. En cualquier instante de la vida, toda persona se enfrenta con una alternativa; Y no puede nunca evitar el tener que elegir, porque no se puede quedar parado.

Tiene que seguir un camino u otro, por eso, siempre ha sido una de las supremas misiones de las grandes personalidades de la historia el confrontar a las gentes con la elección inevitable. Cuando se le acercaba el fin, Moisés le dijo al pueblo: “fíjate que te he puesto delante hoy la vida y el bien, y la muerte y el mal…. Escoge pues la vida, para que podáis vivir tú, y tu descendencia”. Cuando Josué estaba deponiendo su liderato de la nación al final de su vida, presentó la misma alternativa: “escoged hoy a quién vais a servir”.

Me llama profundamente la atención la forma como Dios en su infinito amor y misericordia nos deja ver la naturaleza absoluta de la elección que tenemos ante nosotros.

Todos los seres humanos preferiríamos que nos dieran muchas más elecciones y no solo una, o mejor aún fusionarlas todas en una religión conglomerada, eliminando así la necesidad de algún tipo de elección; pero el señor Jesús corta en forma tajante nuestro sincretismo cómodo. Él no nos permitirá las soluciones cómodas que propongamos. En cambio, insiste en que esencialmente hay solo una elección, porque solo hay dos posibilidades de escoger.

El señor Jesús en el resto del sermón del monte señala varias veces dos aspectos a elegir: la necesidad de elegir si seguir a Dios o no, y el hecho de que las decisiones son dos y solo dos. Hay dos puertas, la estrecha y la ancha; dos caminos, el angosto y el espacioso; dos destinos, la vida y la destrucción; dos grupos, los pocos y los muchos; dos tipos de árboles, los buenos y los malos, que producen dos clases de fruto, el bueno y el malo; dos tipos de individuos que profesan tener fe en Jesucristo, los sinceros y los falsos; dos clases de edificadores, los prudentes y los insensatos; dos cimientos, la roca y la arena; dos casas, la segura y la insegura.

Muchos respetan la profundidad de la palabra de Dios, pero no la siguen. Muchos respetan y admiran al señor Jesús, lo hacen parte de su jerga, pero no lo aceptan como su único y suficiente Salvador.


La encrucijada de la vida Parte 1 Play

Mateo 7:13-14

El domingo anterior vimos una de cuatro decisiones que todo creyente debe tomar en su vida espiritual: las dos puertas: La ancha y la angosta.

El mandato del señor Jesús no es de entrar simplemente por cualquier puerta, sino de entrar por la puerta estrecha. Todas las personas entran por una puerta o por la otra; eso es inevitable. El señor Jesús aboga para que los seres humanos escojan la puerta correcta, la puerta de Dios, la única puerta que lleva a la vida y al cielo. La senda hacia ese camino estrecho de la vida en el Reino es a través de la puerta estrecha, por eso él se describe a sí mismo como: “yo soy el camino y la verdad y la vida; nadie viene al padre si no es por mí.

La siguiente decisión que tenemos que tomar todos los que anhelamos y deseamos esa intimidad con Dios son los dos caminos.

Las dos puertas llevan a dos caminos. La puerta que es ancha conduce al camino que es espacioso; y la puerta estrecha, que es angosta, conduce al angosto camino que lleva a la vida. El camino angosto es la senda de los piadosos, y el camino ancho es el sendero de los impíos, y esos son los dos únicos caminos en que los hombres pueden viajar. Del individuo justo se dice que: salmo 1:2-4

El camino que es espacioso es el sendero fácil, atractivo, inclusivo, indulgente, permisivo y egoísta del mundo; existen pocas reglas, pocas restricciones y pocos requerimientos. Para ser aceptados en ese grupo grande y diverso lo único que se debe hacer es profesar a Jesús, o al menos ser religioso. El pecado se tolera, la verdad se modera y la humildad se ignora. La palabra de Dios se alaba, pero no se estudia, y las normas divinas se admiran, pero no se siguen. Este camino no requiere madurez espiritual, carácter moral, mi compromiso, y ningún sacrificio. Se trata del camino fácil de flotar río abajo, “en la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia”.

Es el camino trágico que al hombre le parece derecho; pero cuyo fin es camino de muerte.

El camino que es angosto es el camino difícil, el camino demandante, el camino de sacrificio y la Cruz.

Y el hecho de que sean, como dice la Biblia: “pocos son los que hallan el camino de Dios”, sugiere que se debe buscar con diligencia. La Biblia dice en el libro de Jeremías 29:13.

Escúchame lo que te quiero decir: nadie ha entrado a tropezones al Reino de Dios ni ha atravesado accidentalmente por la puerta angosta. Lucas 13:23-24.

Esa palabra que el señor Jesús emplea en este texto de Lucas, “esforzaos”, indica que para entrar por la puerta del Reino de Dios se necesita esfuerzo consciente, intencional, deliberado e intenso.

El Reino es para aquellos que vienen al Rey de reyes en pobreza de espíritu, llanto y dolor por su pecado, y hambre y sed de Justicia para reemplazar la suya propia. Es para aquellos que anhelan el Reino a cualquier costo, que venderán todo lo que tienen para comprar ese gran tesoro y esa gran perla, así como lo expresa Jesús en Mateo 13: 44-46. No es para aquellos que quieren una manera barata y fácil de asegurar el cielo, sin renunciar a vivir sus propias vidas egoístas y mundanas en la tierra.

El señor Jesús solo salva a aquellos para quienes Él se ha convertido en su único y suficiente Salvador. Por desgracia, la mayor parte de gente cree que el cielo puede obtenerse en términos mucho más fáciles que los prescritos por Cristo.

El Dios y Padre, Señor nuestro, grande en poder y misericordia, que nos salvó porque no podíamos cumplir su ley en nuestro propio poder, sabe que incluso después de la salvación todavía no podremos cumplir su ley con nuestras propias fuerzas. La gran diferencia es que en Cristo no solo tenemos un Salvador sino quien soporte nuestras cargas. Él nos ayuda a llevar todas nuestras cargas, incluso la carga de la obediencia. Mateo 11:29-30.

Mis amados, el camino de salvación de Dios es extraordinariamente sencillo, pero no es fácil. No podemos dar nada ni renunciar a nada que nos haga obtener la entrada al reino, Pero si anhelamos aferrarnos a las cosas del camino amplio, puede alejarnos del reino.

“Esa es otra razón de porque pocos son los que la hallan.

No podemos pagar nada por la salvación, no obstante llegar a Jesucristo cuesta todo lo que tenemos; él lo dice claramente en Lucas 14:26-27. El señor Jesús sigue mostrándonos la seriedad de decidir seguir a Cristo; la persona que dice sí a Cristo debe decir no a las cosas del mundo, porque estar en Cristo es confiar en su poder en lugar del nuestro, y estar dispuestos a abandonar nuestro propio camino por el de Él.

Cuando nos identificamos con Jesucristo, le declaramos la guerra al diablo, y él nos declara la guerra. Aquel a quien antes servíamos se convierte ahora en nuestro gran enemigo, y las ideas y las formas que una vez nos fueron muy queridas se convierten ahora en nuestras grandes tentaciones y escollos.

El señor Jesús nos promete prepararnos para prevalecer por sobre los momentos de sufrimiento, no para escapar de ellos. Juan 16:33 “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo”.

La tercera decisión que debemos tomar si queremos esa vida del reino en Cristo Jesús son los dos destinos.

Tanto el camino espacioso como el angosto señalan hacia la vida buena, la salvación, el cielo, Dios, el Reino y la bendición, pero solo el angosto puede realmente llevarnos a esas cosas.

La Biblia dice claramente en jeremías 21:8. El espacioso lleva a la perdición, mientras que solamente el angosto lleva a la vida.

El camino del Dios altísimo poderosos sublime y temible, el camino que es angosto lleva a la vida eterna, a la comunión celestial eterna con Dios, con sus ángeles y con su pueblo. La vida eterna es una calidad de vida, es la vida de Dios en el alma del hombre Juan 14:2-3.

La cuarta decisión que debemos tomar si queremos esa eternidad con Cristo Jesús son los dos grupos.

Entrar por las dos puertas, recorrer los dos caminos y dirigirnos a los dos destinos encontramos dos grupos de personas. Quienes atraviesan la puerta que es ancha y recorren el camino que es espacioso hacia el destino de perdición son muchos. Los muchos incluirán paganos y cristianos nominales, ateos y religiosos, teístas y humanistas, judíos y gentiles; todos ellos individuos de cualquier edad, educación, convencimiento y circunstancia que no han llegado a la obediencia salvadora de Jesucristo.

En el día del juicio muchos asegurarán ser seguidores de Cristo, pero Jesús advierte que: “muchos procurarán entrar y no podrán. Mateo 7:22-23.

Escúchame esto que te quiero decir, y te lo quiero decir lo más claro posible para que lo tengas muy en cuenta hoy en la decisión que debes tomar. “No solamente los excluidos son ateos o paganos vulgares; también son los cristianos nominales que profesaron conocer y confiar en Cristo pero que se negaron a vivir bajo las condiciones del reino”.

El grupo que atraviesa la puerta estrecha y recorre el camino angosto que lleva a la vida lo conforman pocos en cantidad. El señor Jesús en varios de sus sermones dice: “no temáis manada pequeña” y “muchos son llamados, y pocos escogidos”.

Escúchame la paradoja; los creyentes no son pocos en cantidad porque la puerta sea demasiado estrecha o muy pequeña para acomodar a más gente. No hay límite para el número de personas que podrían atravesar esa puerta, si lo hacen a la manera de Dios, en arrepentimiento por sus pecados y confiando en que Jesús sea su único y suficiente Salvador. Tampoco la cantidad es escasa porque el espacio celestial sea limitado. La gracia de Dios no tiene límites, y las moradas del cielo son ilimitadas. Tampoco los que entran son pocos debido a que Dios desee que la mayoría de gente perezca, al contrario, la Biblia dice que Él desea ardientemente que todos procedan al arrepentimiento.

Conclusión

Toda persona que va a venir a Jesucristo puede venir a Jesucristo.

El mismo nos asegura en Juan 6:37, 40:

37- “todo lo que el padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera”.

Y

40- “y esta es la voluntad del que me ha enviado: que todo aquel que ve al hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero”

¡AMEN!

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