La oración no mecánica

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Introducción
La oración es sin lugar a duda la actividad suprema del alma del ser humano. El hombre llega a lo máximo cuando de rodillas se encuentra frente a frente con DIOS.
La esencia de la oración es simplemente hablar con DIOS como Ud. lo haría con un amigo muy querido, sin pretensiones, ni ligerezas. Sin embargo, muchos creyentes tienen serios problemas con esta actitud hacia la oración.
Debido a que la comunión con DIOS es tan vital y la oración tan efectiva para el cumplimiento del plan de DIOS, el enemigo intenta constantemente introducir errores en nuestro entendimiento y compromiso con la oración.
- Para muchos la oración ha sido reemplazada con la acción pragmática. La función anula la comunión con DIOS; los ajetreos desplazan la comunicación.
- Para otros, la oración carece de admiración y respeto. Sus esfuerzos son superficiales, irrespetuosos e irreverentes.
- Luego están aquellos que creen que la oración se diseñó para exigir y reclamar a DIOS, ellos intentan forzarlo a que haga lo que creen que él debería hacer por ellos.
Para otros finalmente la oración no es nada más que un ritual.
Ud. puede que considere a la oración con el mayor respeto posible, pero se da cuenta de que su propia práctica carece de propósito y vitalidad, así que no pasa tiempo con DIOS como sabe que debería hacerlo.
Alguien decía: “la Oración es la actividad más sublime del alma humana, y por lo tanto es al mismo tiempo la prueba máxima de la verdadera condición espiritual del hombre. No hay nada que diga tanto la verdad sobre nosotros como cristianos que nuestra vida de oración”.
PERO hay algo que si debemos entender y es que la Oración no es un intento por lograr que DIOS esté de acuerdo con Ud. o supla sus deseos egoístas, sino que es tanto una afirmación de su soberanía, justicia y majestuosidad, como un ejercicio para amoldar sus deseos y propósitos a su voluntad y gloria.
Cambiar el pensamiento sobre la oración es lo que nos convierte en verdaderos hijos de DIOS. “Para los cristianos orar es como respirar”.
Para el hombre es vital la respiración por la atmosfera en que vive.
Para el creyente es vital la ORACIÓN, porque cuando se convierte pasa de una atmosfera pesada de esclavitud y muerte a una atmosfera espiritual de vida en Cristo Jesús.
“!QUE SE TE OLVIDE RESPIRAR, PERO QUE NO SE TE OLVIDE ORAR!”
El padre nuestro, oh más bien exactamente, la oración del discípulo, no es un conjunto de palabras para repetir. Está bien memorizarla como memorizamos algunas partes de la Biblia, pero no solo es memorizarla sino también practicarla en nuestras mentes y meditarla en nuestros corazones.
Mateo 6:9-15
El Ministerio terrenal de Jesús fue muy breve: apenas de 3 años. Sin embargo, en esos 3 años, como debía haber sido en toda su vida, pasó bastante tiempo en oración. Los evangelios informan que Jesús habitualmente se levantaba en la mañana, a menudo antes del amanecer, para comunicarse con su padre. A menudo iba en la noche al monte de los olivos o a algún otro lugar tranquilo para orar. Por lo general a solas. La oración era el aire espiritual que Jesús respiraba en cada momento de su vida.
Alguien ha dicho que muchos cristianos ofrecen sus oraciones como los marinos usan sus bombas: “solo cuando el barco empieza a llenarse de agua”. Pero a fin de ser discípulos obedientes de Cristo, de experimentar la plenitud de la comunicación con Dios y abrir las compuertas de las bendiciones celestiales, los creyentes debemos orar como Jesús oró, pero además de esto debemos saber cómo orar.
Si no sabemos cómo orar y por qué orar, esto resulta más bien en algo mecánico. Pero si sabemos cómo orar, y luego oramos de ese modo, todas las demás partes de nuestras vidas serán fortalecidas y puestas en adecuada perspectiva.
Alguien decía: “el ser humano está en su mayor y más alto nivel cuando sobre sus rodillas se pone cara a cara con Dios”.
La Biblia enseña mucho en cuanto a la importancia y el poder de la oración. La oración es eficaz; es determinante. El apóstol Santiago dice en 5:16, “la oración eficaz del justo puede mucho”.
El criado de Abraham oro y apareció Rebeca, Jacob luchó y oró, y la mente de Esaú de 20 años de venganza resultó cambiada, Moisés oró y Amalec fue vencido, Ana oró y Samuel nació, Isaías y Ezequías oraron y en 12 horas 185.000 asirios murieron, Elías oró y hubo 3 años de sequía, volvió a orar y vino la lluvia. estos son solamente unos pequeños casos de la oración determinante y contestada.
El propósito supremo de Dios para la oración, más allá de todos los demás propósitos, es clarificarlo a él. Aunque nada beneficia más a un creyente que la oración, el propósito de esta debe ser ante todo por el bien de Dios no del orante. La oración es sobre todo una oportunidad para que Dios manifieste su bondad y su gloria.
El señor Jesús dejó claro el propósito de la oración cuando lo manifestó en Juan 14:13.
Contrario a mucho del énfasis de la Iglesia evangélica de hoy, la oración verdadera al igual que la adoración verdadera, se centra en la gloria de Dios y no en las necesidades del hombre. No se trata simplemente de reclamar las promesas de Dios, mucho menos de hacerle demandas, sino de reconocer su soberanía, de ver la manifestación de su gloria, y sobre todo obedecer su voluntad.
Debido a que la oración están absolutamente importante y que a menudo no tenemos la sabiduría para orar como deberíamos, y por razones apropiadas, Dios ha comisionado a su propio Espíritu Santo para ayudarnos- Romanos 8:26
Y están bien lo que el apóstol Pablo quiere decir cuando nos invita a orar en Efesios 6:18
En esta fracción del sermón del monte del ver. 9 al 15, nuestro señor entrega un bosquejo breve pero maravillosamente comprensivo de lo que debería ser la oración verdadera.
William Barclay, dice en su comentario de una manera radical: “la oración dominical se nos presenta específica y definitivamente como la oración del discípulo, y solo en los labios de un discípulo adquiere su pleno significado. Para decirlo de otra manera: solo la puede hacer suya la persona que sabe lo que está diciendo en ella, y no lo puedes saber a menos que haya entrado en el discipulado”.
La oración del padre nuestro o lo que realmente se llama la oración del discípulo tiene varias secciones:
Las primeras 3 peticiones tienen que ver con Dios y con su gloria; las siguientes 3 se refieren a nuestras necesidades. es decir Que empieza por darle a Dios el lugar supremo que le corresponde, y después, y solo después, nos volvemos hacia nosotros y nuestras necesidades.
Solo cuando se le da a Dios el lugar que le corresponde, todo lo demás pasa a ocupar el lugar que le corresponde. La oración no debe ser nunca un intento de forzar la voluntad de Dios a nuestros deseos, sino siempre un intento de someter nuestra voluntad a la de Dios.
Permítame aclarar algo: la segunda parte de la oración, la que trata de nuestras necesidades, tiene una unidad preciosamente ensamblada: trata de las 3 necesidades esenciales de la persona humana, y las 3 esferas del tiempo en que se mueve.
Primero, pide pan, lo que necesita para mantener la vida, y de esta manera presenta las necesidades del presente ante el trono de Dios.
Segundo, pide perdón, y así trae el pasado a la presencia de Dios.
Y tercero pide ayuda en la tentación, y deja así el futuro en las manos de Dios.
En estas 3 breves peticiones se nos enseña a depositar el pasado, el presente y el futuro en el estrado de la gracia de Dios.
Pero esta oración no se limita a presentarle a Dios la totalidad de la vida; también es una oración que trae la totalidad de Dios a nuestras vidas.
Cuando pedimos pan para sostener nuestra vida terrenal, esa petición dirige nuestro pensamiento inmediatamente a Dios el padre, Creador y sustentador de toda la vida; cuando pedimos perdón, esa petición nos dirige al pensamiento inmediatamente a Dios el hijo, Jesucristo nuestro Salvador y redentor.
Y cuando pedimos ayuda en las tentaciones futuras, esa petición dirige inmediatamente nuestro pensamiento A Dios el Espíritu Santo, el consolador, el confortador, el iluminador, guía y guardián de nuestras almas.
Es significativo que el señor Jesús no haga ninguna mención de dónde deba realizarse la oración. Como se indicó en el capítulo anterior, la instrucción de Jesús, “entra en tu aposento”, fue más que un lugar cerrado, fue resaltar la mentalidad única de la adoración, la necesidad de bloquear cualquier otro interés que no sea Dios. El Señor Jesucristo mismo no tuvo aposento para llamar a los suyos durante su ministerio terrenal, y lo vemos orando en muchos lugares y en muchas situaciones, tanto en público como en privado.
El deseo del apóstol Pablo era que los creyentes oraran “en todo lugar” 1ª Timoteo 2:8
Jesús tampoco especifica un tiempo para orar. Al igual que en los Santos en el antiguo y en el Nuevo Testamento, él oraba en toda hora del día y la noche.
Tampoco especifica el atuendo ni la postura especifica. Como el predicador del sermón del monte ya lo había enfatizado, es la actitud y el contenido de la oración lo que tiene importancia suprema, y esos dos aspectos son básicos para el modelo que ahora describe.
En cualquier posición, con cualquier vestimenta, en cualquier tiempo, en cualquier lugar, y bajo cualquier circunstancia, la oración es apropiada. La oración debe ser una manera total de vivir, una comunión abierta y constante con Dios.
El padre nuestro, oh más bien exactamente, la oración del discípulo, no es un conjunto de palabras para repetir. Está bien memorizarla como memorizamos algunas partes de la Biblia, pero no solo es memorizarla sino también practicarla en nuestras mentes y meditarla en nuestros corazones.
Pero no es tanto una oración en sí, más bien se trata de un armazón al que los creyentes deben dar cuerpo con sus propias palabras de alabanza, de adoración, peticiones etc. No es un sustituto para nuestras propias oraciones, sino una guía para estas.
El señor Jesús nos enseña en la oración del padre nuestro a presentar la totalidad de la vida a la totalidad de Dios, y atraer la totalidad de Dios a la totalidad de la vida.
Quiero invitarte para que reflexiones en esto:
- No me digas; padre, si cada día no compartes como hijo.
- No me digas; nuestro, si vives aisladamente en tu egoísmo.
- No me digas; que estas en los cielos, si solo piensas en las cosas terrenales
- No me digas; santificado sea tu nombre, si no lo honras.
- No me digas; venga a nosotros tu reino, si lo confundes con el éxito material.
- No me digas; hágase tu voluntad, si no lo aceptas cuando es dolorosa.
- No me digas; danos hoy nuestro pan de cada día, si no te preocupas por la gente que tiene hambre.
- No me digas; perdona nuestras ofensas, si guardas rencor a tu hermano.
- No me digas; no nos dejes caer en tentación, si haces lo que te gusta y no lo que es bueno para ti.
- No me digas; líbrame del mal, si no tomas partido contra el mal y no trabajas conmigo para hacer un mundo mejor dando tú el ejemplo.
- No me digas; amen, si no has entendido o no has tomado en serio las palabras del padre nuestro